Bahia de Jiquilisco
Bahía de Jiquilisco: Un Tesoro Ecológico de El Salvador
La Bahía de Jiquilisco, parte integral del sistema de paisaje de la llanura costera central de El Salvador, es un ecosistema de gran valor ecológico. El 31 de octubre de 2005, fue declarada «sitio Ramsar», en el marco del convenio internacional sobre humedales, debido a su singularidad y fragilidad. Este reconocimiento subraya la importancia de la bahía como hábitat esencial para la mayoría de las aves marino-costeras del país y como el único lugar de anidación para algunas de ellas. Además, sirve como un sitio de paso crucial para 87 especies de aves migratorias de relevancia internacional, que utilizan la bahía para alimentarse, cambiar su plumaje y descansar.
Biodiversidad:
La Bahía de Jiquilisco alberga una rica diversidad de especies terrestres vinculadas a los cuerpos acuáticos y áreas costeras. Entre las especies más destacadas se encuentran cuatro de las siete especies de tortugas marinas reconocidas a nivel mundial: la tortuga prieta (Chelonia mydas), la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea), la tortuga baule (Dermochelys coriacea), y la tortuga carey (Eretmochelys imbricata). Estas especies están en peligro de extinción, según la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
Particularmente, la bahía es crucial para la tortuga carey, albergando aproximadamente el 40% de la anidación de esta especie en todo el Pacífico Oriental. Esto hace de la Bahía de Jiquilisco un lugar de importancia global para la conservación de esta tortuga.
Vegetación:
La vegetación de la Bahía de Jiquilisco es diversa y característica de los humedales costeros. A lo largo de los márgenes de los canales en zonas constantemente inundadas, predominan diversas especies de Rhizophora, seguidas por asociaciones de Laguncularia racemosa y Rhizophora spp., con un núcleo de Avicennia bicolor en áreas con leve acción de las mareas. Estas especies de manglares son fundamentales para la estabilidad de los ecosistemas costeros, ofreciendo refugio y alimento a una gran variedad de fauna.
Clima:
El clima en la Bahía de Jiquilisco es de sabana caliente-tropical, con una temperatura anual promedio de 26.7 °C. Las temperaturas pueden variar entre un máximo de 34.6 °C y un mínimo de 20.3 °C. La precipitación anual promedio oscila entre 1660 y 2019 mm. Este clima está fuertemente influenciado por la vegetación de los esteros y manglares, que contribuyen a moderar las condiciones ambientales locales.
Ecosistemas Principales:
El sitio Ramsar de la Bahía de Jiquilisco se subdivide en cinco ecosistemas principales, cada uno con su flora y fauna específica:
1. Bosque Tropical Seco y Variantes: Este ecosistema es hogar de diversas especies adaptadas a condiciones de sequía estacional.
2. Manglares: Los manglares son vitales para la protección de las costas y la biodiversidad, ofreciendo un hábitat para una gran variedad de especies marinas y terrestres.
3. Litoral Marino Arenoso: Áreas como Punta San Juan, Isla San Sebastián, y las bocanas "El Bajón" y "La Chepona" están compuestas principalmente por vegetación como *Ipomea pes-caprae* (campanilla de playa) y *Canavalia maritima* (frijol de playa). Estas áreas también son utilizadas por la tortuga carey para anidar.
4. Fondos Duros: Formados por arrecifes rocosos, arrecifes artificiales, y muelles, estos fondos albergan esponjas marinas, corales blandos como *Leptogorgia rigida* y el género *Coenocyathus sp.*, poliquetos, moluscos y una gran diversidad de peces.
5. Pastos Marinos: Aunque menos documentados, estos ecosistemas subacuáticos juegan un papel crucial en la estabilización del sustrato y en el ciclo de nutrientes.
Desafíos y Amenazas:
La biodiversidad de la Bahía de Jiquilisco está en peligro debido a la fragmentación de sus zonas naturales, causada por la expansión humana y otras actividades. Es crucial implementar estrategias de conservación para proteger estos ecosistemas, asegurando que continúen sirviendo como refugio para especies amenazadas y manteniendo su función ecológica vital.
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